¿Cómo diferenciar un santuario de un zoológico?

¿Cómo diferenciar un santuario de un zoológico?

Permitir exhibiciones y fotografías son señales inequívocas de que no estamos ante un santuario

Beatriz Tabarés - DDA | 25 may 2020

 

A pesar de que algunos centros lleven en sus nombres la palabra "santuario", no debemos fiarnos. Si queremos apoyar verdaderos lugares de recuperación de animales salvajes debemos corroborar que esas instalaciones no se lucran a costa de los animales. ¿Cómo podemos saberlo?



Desgranamos las claves con las que podremos saber si estamos ante un verdadero santuario.

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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1. Fotografías



Si el centro permite hacerse un selfie con los animales o tomar imágenes dándoles un beso o un abrazo, estamos ante un fraude.



Esto implica que los ejemplares han sido entrenados y forzados a actuar y a tener ese comportamiento "domesticado". Un centro que apoya estas actividades no es un santuario.



2. Nombres y marcas



Por llamarse "santuario" no quiere decir que ese centro lo sea realmente. Por ello, recomendamos hacer una búsqueda exhaustiva antes de visitar cualquier parque con vida salvaje.



Según alertan desde Dolphin Project, algunos parques acuáticos aseguran que sus delfines pueden "abandonar cuando quieran". Este hecho podría ser técnicamente cierto, pero la mayoría de estos cetáceos no saltarían una barrera hacia el exterior porque son inteligentes y saben que no conocen lo que hay fuera.



Los delfines en cautiverio nunca arriesgarían sus vidas, sabiendo que dependen de sus captores para recibir comida a diario. La mayoría de ellos no sabrían alimentarse por su cuenta.

 

 

Delfines en un zoológico

Delfines en cautividad | DOLPHIN PROJECT



3. Persecuciones en libertad



Los animales salvajes en su hábitat natural también pueden ser explotados por las compañías que ofrecen tours para avistarlos.



Un tour para ver delfines o ballenas, por ejemplo, nunca debería perseguir a estos animales. Tampoco deben garantizar que los verás en libertad ni permitirán que los toques o nades con ellos.



Un operador responsable respeta las leyes locales de avistamiento y mantiene la distancia de seguridad con los animales, sin perseguir ni presionar.

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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4. Espectáculos y actividades



Pagar por ver actividades como exhibiciones de animales o demostraciones es una clara alerta de que no estamos ante un santuario.



Estas alternativas implican que los animales son sometidos a un entrenamiento exhaustivo para obtener beneficios. Un entrenamiento que nada tiene que ver con su vida salvaje en libertad.

 

 

Espectáculo en el Zoo de Madrid



5. Reproducción y crianza



Dolphin Project alerta de que algunos centros afirman que fomentan la crianza de delfines en cautividad para ayudar a las poblaciones salvajes. En la mayoría de los casos, estos nuevos ejemplares nunca contribuirán a estas poblaciones porque no serán liberados.



Algunos de estos centros solo buscan su reproducción para tener más ejemplares de los que sacar rédito económico. Por ello, debemos tener especial precaución con quienes permiten su reproducción, sabiendo que solo debemos confiar en aquellos santuarios que busquen incrementar el número de ejemplares porque la especie esté amenazada y con la finalidad de liberarles en un futuro cercano para que vivan en su hábitat natural.



6. Procedencia y origen



¿De dónde viene realmente el animal? Si el centro compra o cría, no estás ante un santuario. Un santuario real busca tener el menor número de animales para asegurar que cada uno de ellos cuenta con espacio, atención y la máxima libertad.



En el caso de los animales salvajes, como pueden ser los delfines, poder ayudarles a adaptarse y recuperarse con el fin último de ser liberados debería ser la meta principal, si bien es cierto que algunos de ellos nunca podrán volver a su hábitat natural por carecer de la capacidad de adaptación debido a los años transcurridos en cautividad.

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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En definitiva, un santuario debe defender la protección, rehabilitación, recuperación y libertad del animal salvaje, siempre que esta última sea positiva y viable para el ejemplar. Un santuario no obligará a los animales a cargar personas, ni a exhibirse o a aprender actividades mediante entrenamiento.



En su función de divulgación y educación, defenderán ante todo la premisa de que los animales deben vivir en libertad, mostrando las incontables razones por las que no deberían permanecer en cautividad.



Un verdadero santuario priorizará el bienestar de los animales al posible beneficio, limitando el número diario de visitas y permitiendo que vivan con la máxima independencia en un hábitat similar al natural.



La mejor forma de luchar contra el sufrimiento y el maltrato animal en la industria del entretenimiento es dejar de comprar tickets para este tipo de zoológicos y apoyando a aquellos centros que verdaderamente buscan la recuperación y liberación animal.

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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